Elina Miranda Cancela es Profesora de Mérito de la Universidad de La Habana, Directora de la Cátedra de Filología y Tradición Clásicas de la Facultad de Artes y Letras de esa universidad, Vicedirectora de la Academia Cubana de la Lengua y Académica titular de la Academia de Ciencias de Cuba. Es autora de más de una decena de libros y coeditora de otros tantos. También ha publicado artículos en libros y revistas, así como ofrecido cursos y conferencias en distintos países de América y Europa.
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Primer libro cubano en torno a los clásicos griegos
Elina Miranda Cancela
Por su mantenida condición de colonia española durante todo el siglo XIX, en Cuba los libros recomendados para la enseñanza eran los mismos de la metrópoli. No obstante, ya en 1839 se registra el primer texto para la enseñanza del griego escrito por un cubano y a lo largo del siglo y a comienzos del XX aparecen numerosos artículos dedicados a las letras clásicas; pero solo en 1929 Laura Mestre (1867– 1944), quien fuera la primera mujer en traducir al español ambos poemas homéricos, hizo publicar en La Habana su libro Estudios Griegos, el cual constituye el primero escrito en Cuba dedicado a procurar un acercamiento a la literatura griega cuyos valores consideraba necesarios en la formación de las nuevas generaciones.
Nacida en una familia de intelectuales, Mestre tuvo una educación no usual en las mujeres de su tiempo, se consagró, recluida en su casa, a los estudios y solo después de años de silencio publicó algunos artículos y de su peculio sufragó los gastos de edición de su primer libro con afán educativo y voluntad de servicio. Sin embargo, la mayor parte de su obra, incluyendo su traducción de los poemas homéricos, permanece manuscrita, al tiempo que se desconoce su papel en nuestra cultura. De ahí la importancia de su rescate.
Cercano ya el centenario de su publicación, se constata que Estudios Griegos no es una mera recopilación de artículos, sino un conjunto cuidadosamente proyectado con vocación educadora. Dispone que se abra con “Lecciones de lengua griega sobre el texto de Homero”, en cuanto considera el dominio de la lengua imprescindible para una adecuada apreciación del texto literario. Luego, probablemente como muestra del necesario conocimiento del poema homérico, ofrece su traducción de un fragmento del canto II de la Ilíada y a continuación, en los siguientes capítulos, pasa revista a los grandes géneros poéticos, tanto lírico como dramático, así como al concepto de la historia y a los cantos populares de Grecia moderna, para culminar con una comparación: “Ruth y Nausica”.
Resalta el hecho de que en los capítulos sobre las distintas manifestaciones literarias, Mestre opta por la lectura comentada para poner a su interlocutor en contacto directo con los textos, a fin de inducir a la lectura y el aprecio de las cualidades esenciales y formativas de esta literatura así como su resonancia posterior a través, en lo posible, de sus propias traducciones.
Si en los líricos seleccionados – Píndaro, Safo y algunas anacreónticas- subraya, junto al elemento moral y político, la belleza y la gracia, a lo que se añade en los trágicos la fijación de caracteres esenciales, al referirse a los historiadores no se circunscribe a los griegos, sino que le interesa mostrar cómo tal manera de historiar encuentra continuadores tanto en Roma como en la modernidad. La inclusión de la poesía popular neohelénica, de la cual por primera vez se dan a conocer en Cuba algunos cantos, en griego y en traducción, demuestra su aprecio de la continuación histórica del nexo entre antigüedad y modernidad, presente en la lengua, pero también en sus manifestaciones literarias, frente a quienes optan por solo estimar el período clásico.
La conclusión que cierra el último artículo de Estudios Griegos, luego de constatar la afinidad entre el poeta de la Odisea y sus lectores contemporáneos, es aplicable al libro como un todo y como su explicación última. Para Mestre el mundo helénico de la Antigüedad encuentra resonancia en su propio tiempo porque considera que en él está en germen la cultura moderna, al tiempo que constituye su mejor exponente. Ha de rechazarse, según opina, todo aquello que pugne con la ciencia, y enarbola los ideales de verdad y saber, honradez y valor que encuentra en los griegos. La conjunción de fantasía y espíritu positivo que advierte en la Grecia clásica y que tan bien se aviene con su propia formación, la entusiasman, de tal modo que toma como paradigmáticos el arte, la literatura y la filosofía de los griegos, en cuanto ostentan valores y cualidades que, según su modo de pensar, han de estar presentes en la educación de los jóvenes. Podemos entender entonces su deseo expreso de que se publicaran sus traducciones de los poemas homéricos, aunque lamentablemente estas al igual que el resto de su obra hayan permanecido inéditas o desatendidas hasta el presente.